10 de septiembre: Día Mundial para la Prevención del Suicidio

14.09.2025
El suicidio sigue siendo uno de los principales problemas de salud pública y, al mismo tiempo, uno de los más silenciados. Hablar, escuchar y acompañar son gestos que pueden salvar vidas. En el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, la invitación es a derribar estigmas y recordar que cada vida importa. 

Cada 10 de septiembre el mundo se une para hablar de un tema que, aunque muchas veces se evita, necesita ser puesto sobre la mesa: el suicidio. La Organización Mundial de la Salud lo reconoce como un problema de salud pública de enorme magnitud, y sin embargo, sigue rodeado de silencios, miedos y estigmas que dificultan su prevención.

El suicidio no es un acto impulsivo ni un simple "deseo de morir". En la mayoría de los casos, surge como consecuencia de un dolor emocional profundo y sostenido en el tiempo, que lleva a la persona a sentir que la vida dejó de tener sentido. No se trata de querer terminar con la vida, sino de buscar una salida al sufrimiento. Comprender esto es clave para cambiar la manera en que hablamos sobre el tema.

En Uruguay, como en muchos otros países, las cifras preocupan. Cada año, decenas de familias se ven atravesadas por la pérdida de un ser querido por suicidio, y cada una de esas muertes impacta también en su entorno: amistades, compañeros, comunidades enteras. El sufrimiento no se limita a quien lo atraviesa, sino que se expande en círculos difíciles de dimensionar.

¿Qué podemos hacer frente a algo tan complejo? La prevención comienza en lo cotidiano, en lo humano. Escuchar sin juzgar, habilitar la palabra, animarse a preguntar de manera directa cómo está la otra persona, incluso cuando no tenemos todas las respuestas. A veces, lo que más necesita alguien en crisis no es una solución inmediata, sino sentir que su dolor es visto y tomado en serio.

Romper el silencio es fundamental. El estigma y los prejuicios hacen que muchas personas que sufren se sientan solas, incomprendidas o incluso avergonzadas de pedir ayuda. Y sin embargo, hablar salva. Una conversación sincera puede abrir la puerta a buscar acompañamiento profesional y encontrar alternativas que, en un momento de desesperanza, parecían imposibles.

También es importante reconocer que la prevención del suicidio no depende únicamente de las personas cercanas. Los profesionales de la salud mental juegan un rol esencial: acompañan, sostienen y brindan herramientas para atravesar el dolor. Pedir ayuda no es signo de debilidad, sino un acto de valentía y cuidado hacia uno mismo.

En este 10 de septiembre, la invitación es doble: a nivel personal, estar atentos a quienes nos rodean, ofreciendo escucha y empatía; y a nivel social, seguir derribando los tabúes y construyendo espacios donde hablar del sufrimiento no sea motivo de vergüenza. Porque cada vida importa, y cada gesto de acompañamiento puede hacer la diferencia.

Recordemos siempre: la prevención del suicidio empieza en el encuentro humano. En la mano que se tiende, en la mirada que reconoce, en la escucha que valida. Nadie debería sentir que atraviesa su dolor en soledad.

Colaboración- Lic en Psicología: Veronica Costa
Colaboración- Lic en Psicología: Veronica Costa

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