Colorín colorado, hoy la fiesta en el Palacio ha acabado

10.08.2025
La polémica por un espectáculo de 200 mil dólares para celebrar el centenario del Palacio Legislativo terminó con su suspensión. Entre acusaciones de gasto excesivo y defensa del valor cultural, oficialismo y oposición transformaron una fiesta en un nuevo capítulo de confrontación política.

El Palacio Legislativo cumple 100 años. Un siglo de sesiones, discursos, silencios incómodos, negociaciones a puerta cerrada y también de momentos históricos que definieron el rumbo del país. Ese edificio de mármol blanco, que se levanta como un templo cívico en la avenida Libertador, ha visto pasar gobiernos, crisis y celebraciones. En su centenario, la idea era rendirle un homenaje que estuviera a la altura de su historia. Y por un momento, pareció que todo estaba listo para que el festejo tuviera música, luces y un gran escenario al aire libre.

Pero la política, como siempre, tuvo la última palabra. Y antes de que sonara la primera nota, la fiesta ya estaba cancelada.

Una polémica que estalló en días

La vicepresidenta Carolina Cosse, en su rol de presidenta de la Asamblea General, integraba la comisión organizadora de los festejos. Entre varias actividades —desde la publicación de un libro conmemorativo hasta la emisión de un sello postal y un concierto del Sodre— estaba sobre la mesa un espectáculo musical de envergadura, con artistas de renombre y montaje técnico importante.

Costo estimado: 200 mil dólares.

La cifra no tardó en convertirse en el centro de la discusión. Desde el Partido Nacional, las críticas fueron inmediatas. El senador Javier García resumió la postura de su bancada con una frase que se viralizó en los titulares: "No hace falta fiestas". En su lugar, propuso alternativas más austeras: presentaciones de la Orquesta Juvenil del Sodre o del Ballet Nacional, actividades que, según él, también honrarían la ocasión pero con un gasto mucho menor.

Graciela Bianchi, senadora blanca, fue más allá: acusó al Frente Amplio de querer disfrazar un "acto partidario" de celebración institucional y dejó claro que no acompañarían la iniciativa.

La defensa de Cosse

Carolina Cosse respondió con el tono medido pero firme que la caracteriza en los cruces políticos. Aclaró que la propuesta del show no había surgido de su iniciativa directa, sino de un grupo asesor "de buena fe" que buscaba una propuesta cultural amplia y abierta al público.

Según Cosse, la polémica estaba distorsionando el espíritu del trabajo colectivo de la comisión. Insistió en que el espectáculo era solo una pieza de un programa más amplio, que incluía eventos culturales y educativos sin costo para el público.

"Lamento que se use políticamente un insumo que surgió del trabajo colectivo. El espíritu era de celebración y de inclusión", declaró.

Cuando el costo pesa más que la música

En Uruguay, toda cifra con seis ceros despierta un instinto automático de fiscalización y recelo, especialmente cuando se trata de fondos públicos. Y en este caso, el contexto no ayudó. En un país que discute ajustes presupuestales, carencias en servicios básicos y prioridades de gasto, desembolsar 200 mil dólares para un solo evento se volvió difícil de defender políticamente.

No importa que el monto, en términos globales del presupuesto estatal, sea casi anecdótico: el simbolismo pesa. Y la oposición entendió rápidamente que tenía un argumento sólido para cuestionar la decisión.

Una celebración sin su acto central

Finalmente, el oficialismo decidió suspender el espectáculo. Cosse aseguró que se buscarán alternativas "más inclusivas y de menor costo", para que la fecha no pase inadvertida pero sin provocar un nuevo frente de críticas. El resto de las actividades programadas sigue en pie: exposiciones, conferencias, iluminación especial del edificio y presentaciones artísticas.

El centenario del Palacio Legislativo no se quedará sin homenaje, pero el momento de alfombra roja cultural que se había imaginado quedará para otra ocasión, si es que alguna vez se retoma.

Más que una fiesta frustrada

Este episodio deja al descubierto dos cosas: la dificultad de separar la política de la cultura, y la facilidad con la que cualquier proyecto puede convertirse en un campo de batalla partidario. El centenario del Palacio era, en teoría, una oportunidad para la unión y el orgullo compartido. Sin embargo, bastó un presupuesto elevado para que la conversación pasara de la historia del edificio a la pugna ideológica.

Los blancos ganan puntos ante su electorado mostrándose guardianes de la austeridad y contrapeso del gasto. El Frente Amplio defiende la inversión en cultura y acusa a la oposición de reducir toda propuesta a una ecuación económica sin considerar el valor simbólico.

Colorín colorado, la política ha ganado

En definitiva, el gran escenario frente al Palacio no se montará. Las luces no se encenderán y los artistas no subirán al tablado. La fiesta se ha acabado antes de empezar, no porque faltara voluntad, sino porque sobró confrontación.

El Palacio seguirá cumpliendo años y testimoniando debates, pero su centenario ya tiene un sello particular: el de un país que, incluso para celebrar su propia casa de la democracia, no logra encontrar una partitura común.

Colorín colorado, hoy la fiesta en el Palacio ha acabado. Y como en todo buen cuento político, el final no es definitivo: siempre queda la posibilidad de una segunda parte, con menos gasto y más consenso. Pero eso, por ahora, es solo un borrador.

Pues así estan las cosas,amigos,y se las hemos narrado.

Por: Kevin Martinez
Por: Kevin Martinez

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