Habemus Humus: la revolución empieza por el garbanzo

¿Quién necesita revoluciones con pancartas cuando podés cambiar el mundo con un frasco de hummus? Bienvenidos al universo de Habemus Humus, esa mística combinación entre cocina, militancia y estética de feria que logra que un simple puré de garbanzo parezca un manifiesto político.

Porque esto no es hummus. Es identidad, resistencia, nutrición emocional y, por qué no, un pequeño gesto contra el sistema capitalista. Cada cucharada viene con aceite de oliva, garbanzos cocidos a fuego lento y una pizca de culpa si alguna vez compraste en el supermercado.

Habemus Humus no vende comida. Ofrece una cosmovisión. Una especie de declaración de principios envasada al vacío, con etiqueta hecha a mano y código QR que te lleva a una playlist con sonidos de la naturaleza y reflexiones sobre soberanía alimentaria.

"No nos importa quién lo hace, sino por qué lo hacemos", dicen desde el anonimato. Porque acá el protagonismo es del hummus, no de las personas. Las personas son apenas un canal, como en cualquier religión.

La producción es artesanal, local, lenta y tan honesta que incluso molesta un poco. Pero esa es la gracia. En tiempos donde todo es rápido, envasado y olvidable, Habemus Humus se planta firme con sus frascos reciclados y su packaging con papel kraft, como diciendo: "Sí, somos distintos. Y además, somos ricos".

Podés encontrarlos en ferias autogestionadas, ferias no tan autogestionadas, festivales veganos, asambleas barriales y todo evento donde alguien diga "epistemologías del sur" sin reírse. También por redes, aunque contestan con cierto delay porque están cocinando, reflexionando o sembrando algo.

Y sí, amigos, el hambre también piensa. Y nosotros pensamos teniendo hambre. Por eso, mientras el sistema no colapsa del todo, bien podemos resistir desde un pan de pita con hummus. Si va a arder el mundo, que al menos nos agarre con un buen dip en la mano.