Hoy habemus alcauciles

La temporada más esperada de la huerta uruguaya.
Con la llegada de septiembre, los mercados y ferias uruguayas comienzan a llenarse de una presencia verde, robusta y elegante: los alcauciles. Este vegetal, conocido en otras latitudes como alcachofa, se ha ganado un lugar especial en la gastronomía local, a pesar de que su temporada es breve y efímera. En Uruguay, septiembre y octubre son los meses por excelencia para disfrutarlo en su máximo esplendor.
El alcaucil no es un producto cualquiera. Es un símbolo de paciencia y de cocina de estación: hay que esperarlo, saber trabajarlo y animarse a descubrir sus capas hasta llegar a lo mejor de su corazón.
De la antigüedad al Río de la Plata.
Originario de la cuenca mediterránea, el alcaucil fue cultivado desde la Antigüedad en Grecia y Roma, donde se lo consideraba un manjar reservado para banquetes. Su nombre deriva del árabe al-khurshūf, que llegó a España durante la época andalusí y, de ahí, cruzó al Río de la Plata con los inmigrantes europeos.
En Uruguay, fueron principalmente las familias italianas y españolas quienes mantuvieron viva la tradición de cultivarlo y cocinarlo, transmitiendo recetas que hoy forman parte del acervo culinario rioplatense: desde los alcauciles rellenos con pan rallado y hierbas hasta las pastas y arroces que lo incorporan como protagonista.
Cultivo y producción local.
El alcaucil es una planta perenne de la familia de las asteráceas, la misma del girasol y la lechuga. Requiere suelos fértiles, buen drenaje y temperaturas templadas. Uruguay, con su clima húmedo y fresco al final del invierno, le ofrece un entorno ideal.
Las principales zonas productoras se encuentran en Canelones, Montevideo y parte de San José, donde pequeños y medianos productores abastecen a ferias y verdulerías. A diferencia de otros cultivos más industrializados, el alcaucil conserva en Uruguay un carácter casi artesanal: se planta a baja escala, se corta a mano y se distribuye rápidamente para garantizar frescura.
Un vegetal de estación.
La temporada del alcaucil es corta: apenas seis a ocho semanas. Por eso, en septiembre se vive casi como un acontecimiento gastronómico. El consumidor uruguayo ya sabe que es ahora o nunca.
Los chefs locales aprovechan esta época para incorporarlo a sus cartas, desde entradas simples hasta platos más elaborados. "El alcaucil es un lujo de temporada. Su sabor es irrepetible y no admite atajos: hay que esperarlo", suelen repetir los cocineros que defienden la cocina con productos frescos y de cercanía.
Cómo prepararlo y disfrutarlo.
Uno de los encantos del alcaucil es que admite múltiples preparaciones. Entre las más tradicionales en Uruguay encontramos:
• Hervidos con limón y aceite de oliva: la forma más simple y popular.
• Alcauciles rellenos: con pan rallado, ajo, perejil y queso, gratinados al horno.
• En risottos y pastas: aportando un sabor vegetal profundo y ligeramente amargo.
• En ensaladas frías: marinados en aceite de oliva y hierbas.
• A la parrilla: apenas abiertos, con un toque de salmuera.
El secreto está en saber limpiarlos y aprovechar su corazón, aunque muchos disfrutan también de ir deshojando las capas exteriores y saborearlas con aderezos simples.
Valor nutricional y beneficios
Además de su riqueza gastronómica, el alcaucil es un alimento altamente nutritivo:
• Fibra: favorece la digestión.
• Antioxidantes: combate el envejecimiento celular.
• Minerales: es fuente de potasio, magnesio y fósforo.
• Cinarina: un compuesto natural que estimula la función hepática y ayuda a reducir el colesterol.
No es casualidad que en la medicina popular se lo asocie con la depuración del organismo y el cuidado del hígado.
Patrimonio gastronómico.
Aunque su producción es modesta, el alcaucil forma parte de la identidad gastronómica de Uruguay. Cada año surgen iniciativas para difundir su consumo, desde ferias hasta festivales culinarios. En Montevideo, algunos restaurantes diseñan menús especiales durante la temporada, y en las ferias barriales los vendedores suelen anunciar con orgullo: "Hoy hay alcauciles frescos".
Más que un simple vegetal, el alcaucil es un recordatorio de la importancia de respetar la estacionalidad, de volver a conectarnos con los ciclos de la naturaleza y de celebrar los sabores que aparecen solo por un tiempo limitado.
Hoy habemus alcauciles
Su llegada marca un momento especial en la cocina uruguaya. Se abre un paréntesis en la rutina de la huerta: durante pocas semanas, el verde intenso de los alcauciles se convierte en protagonista indiscutido de las mesas familiares y de los restaurantes.
Hoy, habemus alcauciles. Y con ellos, la oportunidad de redescubrir una tradición, de honrar el trabajo de los productores locales y de saborear uno de los manjares más nobles que nos ofrece la tierra.

