Montevideo se tiñe de colores en la Marcha de la Diversidad

Decenas de miles de personas colman el centro de Montevideo en la Marcha de Diversidad 2025. Entre la fiesta y el reclamo, la consigna "Si hay derechos, que se note. Sepan cumplir" marca una jornada que celebra avances pero también denuncia deudas pendientes en inclusión y políticas sociales.
En la tarde de este viernes 26 de setiembre de 2025 Montevideo se convierte en un mar de banderas multicolores y carteles que recuerdan consignas tan festivas como urgentes. Desde temprano es un hervidero de abrazos, música y preparativos: cuerpos pintados, pasos de baile improvisados y pancartas que reclaman que los derechos conquistados en Uruguay se hagan sentir en la vida cotidiana.
"Si hay derechos, que se note. Sepan cumplir", reza la consigna oficial de esta edición, repetida como eco por al"El amor no pide permiso".tavoces, murales improvisados y la voz de quienes marchan. Porque la Marcha de la Diversidad es, al mismo tiempo, celebración y denuncia: una fiesta popular que no deja de recordar que todavía quedan deudas pendientes.
Un río humano de colores
A medida que avanza la columna por la avenida del Libertador, la ciudad cambia de ritmo. El tránsito cortado da paso a batucadas, drag queens sobre tacos imposibles, familias enteras con niños pintados de arcoíris y colectivos del interior que viajan horas para sumarse.
"Es la primera vez que vengo, vine desde Rivera", cuenta Lucía, de 22 años, envuelta en una bandera trans. "Allá nos sentimos más solas, hay menos espacios de apoyo. Estar acá es sentir que no estamos solas, que somos parte de algo mucho más grande".
En medio de la multitud, se mezclan organizaciones sociales, sindicatos, grupos estudiantiles y comparsas de candombe. La diversidad no es solo de orientaciones o identidades, sino también de lenguajes, ritmos y causas: desde quienes reclaman trabajo digno hasta quienes piden acceso real a la salud integral.
Entre logros y deudas
Uruguay suele ser señalado como uno de los países pioneros en América Latina en materia de derechos LGBTIQ+. Matrimonio igualitario, ley integral para personas trans, adopción sin distinción de orientación sexual, reconocimiento de identidades diversas: todo eso forma parte del marco legal vigente.
Pero en la marcha, los carteles recuerdan que la letra escrita no siempre alcanza. "Ley sin presupuesto es promesa vacía", dice uno. "El Estado está ausente", gritan otros.
Andrea, integrante de la Coordinadora de la Marcha, lo resume así: "Tenemos leyes avanzadas, sí, pero todavía falta voluntad política para implementarlas en serio. Muchas personas trans siguen sin acceso real a la vivienda, a la salud o al trabajo. No alcanza con que exista la norma; necesitamos que se cumpla".
La ciudad también marcha
La Intendencia de Montevideo apoya la movilización con logística: puntos de hidratación, carpas de salud, voluntariado, desvíos de tránsito y limpieza posterior. Pero la sensación que transmite la marcha es que no se trata de un evento oficial ni institucional, sino de una apropiación ciudadana del espacio público.
"Montevideo hoy es nuestra", dice Sergio, de 34 años, alzando a su hija sobre los hombros mientras siguen el desfile. "Queremos que ella crezca sabiendo que amar es un derecho, que nadie puede decirle cómo vivir su vida".
La columna se extiende por cuadras enteras, un río humano que avanza con paso firme y festivo hasta la Plaza 1º de Mayo. Allí, un escenario espera con discursos y espectáculos artísticos que cierran la jornada.
El pulso de una sociedad
La Marcha de la Diversidad es también un termómetro social. Lo que comienza hace más de 20 años como una movilización pequeña de colectivos organizados hoy convoca a decenas de miles de personas, se replica en distintas ciudades del país y ocupa un lugar fijo en el calendario cultural y política.
No es casualidad: en tiempos de retrocesos conservadores en varias partes del mundo, la visibilidad se vuelve imprescindible. "Estamos acá para que nadie nos borre, para que nadie nos mande de vuelta al clóset", grita por el micrófono una activista mientras la multitud responde con un aplauso cerrado.
Entre fiesta y reclamo
La marcha es, al mismo tiempo, un carnaval de libertad y un recordatorio de desigualdades. Los brillos y la música no opacan la urgencia de las demandas, sino que las potencian. La alegría se convierte en herramienta política: una forma de decir que existir, mostrarse y celebrar también es resistir
Al caer la noche, cuando las últimas columnas llegan a la plaza y la música sigue vibrando, queda flotando la sensación de que la lucha está lejos de terminar. Que cada año, cada paso dado, cada bandera levantada, son parte de un mismo camino: uno donde la diversidad deja de ser tolerada para ser plenamente reconocida.Porque, como repite un cartel sostenido por un grupo de adolescentes: "El amor no pide permiso".

