Dormir no debería ser un privilegio
Cada invierno Uruguay se da cuenta –por unos días, por unas noches, por unos grados bajo cero– de que hay personas que viven en la calle. Entonces activa un operativo, habilita gimnasios, ofrece comida caliente, coordina traslados. Y después, cuando sube un poco la temperatura y baja el ruido mediático, vuelve a mirar para otro lado